martes, 14 de diciembre de 2010

¿Qué celebramos el día de la Inmaculada Concepción de María?

Día de la Inmaculada Concepción de María o lo que es lo mismo, día en que se celebra el dogma de fe de la Iglesia Católica por el que se afirma que la Virgen María nació, por una gracia singular de Dios, sin mácula o mancha, es decir, sin Pecado Original, para que nos vayamos entendiendo. Tal dogma fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus:

"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de todo mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelado por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles ... ".

Pues eso es lo que celebramos hoy y aunque la bula es más o menos reciente, en España desde antiguo ya se veneraba con absoluta devoción a la Virgen Inmaculada. El propio San Ildefonso, (Arzobispo de Toledo) a mitad del siglo VII, nos dice: "Erradamente se quiere sujetara la Madre de Dios a las leyes de la naturaleza, pues consta que ha sido libre y exenta de todo pecado original y que ha levantado la maldición de Eva.", mandando celebrar solemnente la fiesta de la Concepción de la Madre de Dios.
En el siglo XIV se produce la difusión de la devoción inmaculista en Roma, mientras que en España surge en 1333 la Cofradía de la Inmaculada en Zaragoza, a la que seguirá otra en Barcelona. En 1384, don Juan I de Aragón, mandó que se celebrase la fiesta de la Concepción Inmaculada en todas las provincias de España liberadas del yugo del islamismo y su hermano don Martín en Real Decreto, impuso la pena de muerte a todos aquellos que hablaran contra la pureza de la Virgen María. La fiesta ya se celebraba el 8 de diciembre de 1360 en la catedral de Segovia.


En el siglo XV se generaliza en España la fiesta de la Inmaculada Concepción. Los propios Reyes Católicos pertenecían a la Cofradia de la Purísima concepción de la Preservada Virgen (siéndolo también posteriormente su nieto Carlos I de España y V de Alemania y otros monarcas como Felipe V, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII). En la segunda mitad de la centuria se desarrolla más la defensa inmaculista, con nombres destacados como el de san Bernardino de Siena que predica en Italia o el papa Sixto IV (1471-1484) que incluyó la fiesta de la Inmaculada en el calendario romano.
En el Concilio de Trento (1546) ya se incluye el término "Inmaculada" y a lo largo de todo el siglo XVI avanza la devoción, principalmente en España con el apoyo de órdenes religiosas como la de los franciscanos.


En el siglo XVI, el papa Pablo V concedió indulgencias a los fieles que rezaran la "Oración de la Inmaculada" y ya en el XVII, será Felipe II quien en 1604 imponga por decreto hacer voto de defender el misterio de la Concepción Inmaculada como obligatorio a las Universidades españolas, siendo tan grande la devoción y entusiasmo de los españoles por la Concepción Inmaculada de Maria Santísima, que en 1624 se fundó la Orden Militar de la Milicia Cristiana de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen Maria que llevaba en su hábito una cruz azul de cuyo centro salían unos rayos de oro con una representación de la Virgen como nos la describe el Apocalipsis (vestida del sol y coronada de doce estrellas con la luna bajo sus pies).


Carlos III en la segunda mitad del siglo XVIII, la nombra Patrona de toda la monarquía y el Papa Clemente XIII en 1760, confirma este Patronato para todos los dominios de España, mandando que todo el clero celebre la fiesta de la Inmaculada Concepción concediendo indulgencia plenaria y remisión de todos los pecados a los fieles que visiten ese día cualquier templo dedicado a Dios en honor de su Santísima Madre.
Otros acontecimientos acercan el momento de la aceptación del dogma mariano como son la comunicación de la aparición de la Inmaculada Concepción a santa Catalina Labouré el 27 de noviembre de 1830 y la difusión de la imagen inmaculista por la medalla de la Milagrosa de las Hijas de la Caridad o el movimiento de los obispos, diez años después, solicitando la definición pontificia del misterio.


Abrazo ante la Puerta Dorada,
Giotto. S. XIV Capilla Scrovegni, Florencia.

Representación del tema
El tema de la Inmaculada, tal y como lo conocemos, comienza a ser representado a finales de la Edad Media. Hasta entonces, para mostrar la Concepción "sin mancha" de María, se recurría a la representación del abrazo entre sus padres (san Joaquín y santa Ana) ante la Puerta Dorada de Jerusalén, puerta por la que según la tradición judía el Mesías haría su entrada a la ciudad. Con ese abrazo o beso místico (ósculo) se pretendía simbolizar de una forma bastante simplificada el momento de la Concepción de la Virgen.
En el siglo XV encontramos las primeras manifestaciones artísticas en las que el tema vira hacia una nueva representación iconográfica: la Virgen Inmaculada enviada por Dios desde los cielos a la tierra que se muestra como una mujer joven suspendida en el cielo, coronada de estrellas y pisando la media luna.
En términos generales, el tema bebe de dos fuentes: el Cantar de los Cantares y el Apocalipsis, de los que obtenemos dos tipologías bien diferenciadas: la Tota Pulchra y la Mulier Amicta Sole o Mujer Apocalíptica.

Tota Pulchra, Vicente Macip (h.1531).

En la primera, la Virgen es considerada como la novia del Cantar de los Cantares, remitiendo a los versos "Tota pulchra es amica mea, et macula non est in te" (toda eres hermosa, amiga mía, no hay mancha en tí) [CC 4,7]. apareciendo representada junto a los símbolos de las Letanías creadas en el santuario de Loreto en Italia y conocidas como Lauretanas, siendo las más representadas: Hortus conclusus o Huerto cerradoTorre de David, Turris eburnea o Torre de marfil, Scala Jacob o Escalera de Jacob, Porta Coeli o Puerta del cielo, Stella Maris o Estrella del mar, Civitas Dei o Ciudad de Dios, Templo de Dios, Casa de oro, Arca de la Alianza, Espejo de justicia, Trono y Fuente de sabiduría, Rosa mística, Pozo de aguas vivasVaso espiritual; además de otros símbolos como el Sol y la Luna, árboles como la palmera, el ciprés o el olivo y flores como la azucena o los lirios. Todos ellos nos hablan, en términos generales,  de su pureza, su sabiduría, su espiritualidad y su fortaleza de fe.

La Tota Pulchra no es realmente una representación de la Inmaculada, sino más bien una forma de manifestar y alabar todas y cada una de sus cualidades. Una iconografía que se difunde por toda Europa y España a finales del siglo XV, fundamentalmente a través del grabado y que muestra a una Virgen sola y de pie flotando en el aire, representada joven y con una larga cabellera, a veces coronada por ángeles o por la Santísima Trinidad, como aparece en la imagen anterior. Este tipo iconográfico será el que predomine durante el siglo XVI, aunque el tema se irá transformando y los símbolos irán perdiendo importancia quedando sólo insinuados en obras como las de Zurbarán, llegando finalmente a desaparecer por completo, siendo ángeles y querubines los que acompañen a la Virgen, rodeándola y sosteniéndola sobre fondos nebulosos, portando algún atributo mariano que represente sus principales virtudes.

Inmaculada. Valdés Leal (1659) Zurbarán (h. 1628).

Será en el XVII cuando las preferencias se inclinen hacia la representación  de la Inmaculada como la Mulier Amicta Sole, basada en el Apocalipsis de san Juan (Ap. 12, 1-3): "mulier amicta sole et luna sub pedibus eius, ... et in capite eius corona stellarum duodecim...". Se la representa por tanto así, rodeada de sol, pisando la media luna y coronada de doce estrellas.

En algunos casos se combinará el tipo de las alegorías de la Tota Pulchra con la representación de la Mujer Apocalíptica, e incluso ésta última se ira enriquieciendo con nuevas aportaciones hasta transformarse en una nueva tipología, la Virgen como Nueva Eva. Así, el dragón apocalíptico se funde con la serpiente del Génesis (Gn. 3,15): "pongo enemistad entre tí y la mujer, entre tu linaje y el suyo; ésta te aplastará la cabeza y tú le acecharás a él el calcañal", por lo que en algunas representaciones comienza a incluirse una serpiente a los pies de María (en ocasiones con una manzana en la boca, aludiendo claramente al pecado original) que ella pisa en señal de triunfo sobre el maligno.  
    
Inmaculada Concepción. Rubens (1630).




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