martes, 14 de diciembre de 2010

Restauración de un san Jerónimo penitente copia de un original de Antoon van Dyck.

 
   
 La obra llega al taller, junto con otros cuadros procedentes de una colección particular, siendo ésta en especial la que se encontraba en peor estado de conservación, como se puede apreciar en la fotografía.


Además de una espesa capa de barniz oxidado que encubría los colores originales, la tela aparecía destensada y deformada, con un gran número de roturas con pérdida de soporte y de material pictórico. Según el propietario, al adquirir esta obra fue informado de que estas roturas podían coincidir con orificios de bala provocados durante la Guerra Civil. Aunque no se pudo confirmar tal teoría, el echo es que en el soporte encontramos hasta quince orificios que podrían coincidir con esta causa.

Se trata de una obra de autor desconocido, realizada con técnica al óleo sobre tela de lino montada en bastido de madera sin cuñas con travesaño central. No presenta marco, aunque son evidentes las marcas que indican que lo tuvo con anterioridad. Una inscripción realizada sobre el travesaño superior del bastidor en la que se lee: " Copia de Mateo Cerezo Museo de Pinturas Madrid 1863", nos indica la posible fecha en la que se realizó la obra y un posible autor, pues no aparece firmada.

La iconografía corresponde con la de san Jerónimo representado como penitente, anciano con barba y pelo cano, semidesnudo con el torso al descubierto únicamente tapado por una tela roja que lo cubre y que recuerda el capelo cardenalicio que siempre lo identifica, aunque nunca llegó a ser cardenal. Situado en el entorno de una gruta como eremita, porta en su mano derecha la piedra con la que se golpeaba el pecho como acto de constricción por sus pecados y en ocasiones porta también un crucifijo rudimentario. A un lado encontramos también la calavera que simboliza la muerte y la brevedad de la vida, sobre la que el ermitaño reflexiona en su soledad. Será uno de los santos más representados en Occidente, en concreto esta escena del santo como eremita será muy desarrollada sobre todo a partir del siglo XVII y muy especialmente durante el XVIII.
San Jerónimo es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia Latina. Nació en Estridón, cerca de Aquilea en 347 y en Roma fue alumno del famoso gramático Donato. Retórico consumado, además de políglota. Entre los años 375 y 378 se retiró en el desierto de Siria para llevar una existencia de anacoreta. De vuelta en Roma en el 382, después de residir en Antioquía, se convirtió en el colaborador del papa Dámaso, quien le encargó revisar la traducción latina de la Biblia según el original hebreo y la versión griega. Después de la muerte del Papa prefirió regresar a Palestina y en 386 se radicó en Belén, donde terminó la traducción de la Vulgata (llamada así por ser la Biblia dirigida al vulgo, es decir, al pueblo). Allí murió en el año 420.
La intervención realizada consistió en la protección inicial de la capa pictórica, para evitar pérdidas durante su manipulación, con papel japonés y una cola animal. Una vez protegida, se retira del bastidor y se limpia la cara posterior de la tela preparándola para el reentelado, con el que se eliminan además las deformaciones del soporte con la aplicación de presión y calor ejercida durante el proceso.
Se vuelve a colocar la tela en el bastidor y se retira el papel protector procediendo a la limpieza de la superficie pictórica con medios químicos y mecánicos y al estucado de las lagunas que posteriormente serán reintegradas con pigmentos al barniz sobre base de acualera. El barnizado final proporciona a la obra la protección y el acabado que necesita.



Fotografías del proceso de limpieza




Proceso de estucado de lagunas.
 



Fotografía final de la obra tras la restauración.
 

ESTUDIO HISTÓRICO ARTÍSTICO


AUTOR: La obra no aparece firmada por lo que se desconoce su autor. El único dato que tenemos para catalogarla es la inscripción comentada anteriormente en la que se cita al pintor Mateo Cerezo.

Mateo Cerezo (Burgos, 1626Madrid, 1666). Pintor integrante de la tercera generación de pintores madrileños del Barroco. Los temas que trató fueron fundamentalmente religiosos aunque realizó también numerosos bodegones. Discípulo del gran Carreño de Miranda es posible también que estudiase con Antonio de Pereda. Entre 1656 y 1659 trabaja tanto en Burgos como en Valladolid  instalándose definitivamente en Madrid en 1660. Su estilo estaba claramente influido por el tenebrismo y en él se observan reminiscencias de su maestro Carreño, de Francisco Herrera, de Tiziano y de Antoon van Dyck. Su paleta es cálida y variada y sus composiciones son de gran elegancia.
Su obra en cambio denota una fuerte personalidad y en ella, junto a influencias tradicionales españolas, se aúnan las flamencas e italianas.

La inscripción nos aporta además otra información. Un lugar, el “Museo Real de Pinturas de Madrid”, nombre con el que se conoció al Museo del Prado desde su inauguración en 1819 hasta 1869, cuando pasó a denominarse tal y como hoy lo conocemos y una fecha 1863, en la que supuestamente fue realizada la obra.
En nuestra búsqueda, encontramos un san Jerónimo penitente pintado por Mateo Cerezo que hoy se encuentra en el Szépművészeti Múzeum de Budapest al que no hemos podido acceder, y por lo tanto no podemos aportar documentación gráfica, y un lienzo del mismo tema de Antoon van Dyck del que es copia fiel la obra que estamos tratando.

Con todos estos datos, la conclusión es clara. La obra que nos ocupa debe tratarse de una copia de autor anónimo del cuadro original de van Dyck que se encuentra en el Museo del Prado, y que probablemente en las fechas en las que se realizó la copia (1863) se encontraría erróneamente atribuido a Mateo Cerezo.

El San Jerónimo  penitente de Antoon van Dyck del Museo del Prado, fue realizado en el taller de Rubens en 1618 donde colaboró entre 1618 y 1620. Fue el propio Rubens quien adquirió el cuadro a su discípulo antes de marcharse éste a Italia en 1621, demostrando la admiración del maestro por la pintura de su alumno. Como es lógico, la influencia de éste es muy marcada, aunque también se aprecian ciertos aires de Jacob Jordaens, especialmente en la libertad de la factura.
Antoon van Dyck (Amberes, 1599 – Londres, 1641). Inició su aprendizaje en 1609 de la mano de Hendrick van Balen. Entre 1617 y 1620 fue ayudante de Rubens. Ante su indiscutible liderazgo, pues dominaba el mercado local, intentó obtener un buen empleo en el extranjero y en 1620 viajó a Inglaterra, pero no logró ser presentado al rey Jaime I y regresó cuatro meses después.

Pasó seis años en Italia, mayormente en Génova, trabajando al servicio de la nobleza local y perfeccionando su estilo, especialmente en los retratos. Fue en Italia donde creó un estilo refinado y elegante que caracterizó su obra durante toda su vida, así como un tipo de retrato «inmortal» en el que los nobles son captados con porte orgulloso y figura esbelta. Este tipo de retrato se convirtió en modelo para la pintura occidental, sobre todo en Inglaterra donde Thomas Gainsborough lo tomó como fuente de inspiración.

Van Dyck se hizo pronto famoso y Carlos I de Inglaterra, tras recibir un cuadro suyo como regalo (Reinaldo y Armida, Museo de Baltimore), le llamó a trabajar a Londres. Van Dyck se instaló en Londres en 1632, y cosechó un gran éxito realizando numerosos retratos del rey y  de la nobleza inglesa.
Fue uno de los retratistas más influyentes de su época, siendo considerado el padre de la escuela de pintura inglesa. Autor de temas religiosos y mitológicos, su actividad como grabador alcanzó también gran importancia y tuvo por logro más célebre la Iconografía, serie de retratos grabados de famosos contemporáneos.


San Jerónimo penitente.
Antoon van Dyck. Museo del Prado (1618-1620).

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                                                  Mª Isabel Alba Fernández de Moya
          Restauradora de Obras de Arte y Licenciada en Historia del Arte


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